Los resultados del protocolo suelen notarse desde las primeras semanas. Lo primero que ocurre es que dejan de aparecer nuevas manchas, o se detiene el crecimiento de las que ya existían.
Si esto no sucede, lo sabremos pronto. En menos de cuatro meses, la piel suele renovarse completamente, y eso nos da señales claras sobre el pronóstico.
En ocasiones, aunque ya se detuvo en un sitio, el vitiligo intenta reaparecer en otro. Esto significa que las alteraciones buscan reorganizarse para ser aceptadas nuevamente por el cuerpo.
Con tecnología adecuada y experiencia clínica, podemos observar más allá de lo que ve el ojo humano. Analizamos la forma de los bordes, el pigmento alrededor y entre los pelitos, y la ausencia de señales como confeti, halo o el fenómeno de Koebner.
Gracias a esto, podemos anticipar cómo evolucionará la piel y ajustar el tratamiento para que el control sea real, profundo y duradero.
Ver los primeros signos positivos emociona, pero no perdemos la objetividad. Sabemos que si reducimos las alteraciones y nos mantenemos ajustados a los hallazgos clínicos, el vitiligo no será para siempre.
Ánimo, incluso en los casos más resistentes, sabemos cómo lograrlo. No más Vitiligo es nuestro objetivo.