Este protocolo es el resultado de más de 30 años de estudio, observación clínica y ajustes continuos. A diferencia de otros métodos, busca estabilizar, restaurar y prevenir el avance del vitiligo desde una perspectiva científica y humana.
Incluye fases progresivas: desde la evaluación inicial con lámpara de Wood, hasta ajustes nutricionales, secuencias de fototerapia controlada y seguimiento por telemedicina o presencial cada 6 semanas.
El compromiso con el paciente es integral: psicológico, físico y educativo. Cada persona forma parte activa del control, entendiendo qué ocurre y cómo influir en su recuperación.
Los resultados más exitosos aparecen cuando el paciente sigue el protocolo al pie de la letra durante los primeros 3 a 6 meses. Este enfoque sistemático ha sido replicado en varios países.
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