1) No saber es no buscar.
Cuando evaluamos una mancha de vitiligo bajo una lámpara especial, empezamos a revelar una historia clínica que la vista común no percibe.
2) Contamos las pequeñas manchas alrededor de una mayor. Esto nos da una idea de si está creciendo, activa o estable.
2a) Observamos si los pelitos de la piel están presentes, ausentes o si han perdido su color.
2b) Buscamos rayones o líneas finas en la piel vecina, o incluso en otras áreas no relacionadas.
2c) Examinamos si hay pigmento entre los pelitos o alrededor de ellos, lo que indica actividad melanocítica.
2d) Integramos todos estos hallazgos para determinar si la enfermedad está activa o inactiva.
A partir de allí, se puede estimar el grado de afectación (1, 2 o 3), el tiempo estimado de tratamiento, la cantidad de recursos necesarios y el tipo de intervención personalizada más adecuada.
Con luz, experiencia y tecnología, el pronóstico se aclara en minutos.