¿Puede una crema controlar por sí sola el vitiligo? La respuesta es clara: no. Una crema milagrosa puede generar entusiasmo, pero no resuelve el problema.
La mayoría de las cremas tienen baja absorción en la piel, especialmente aquellas con textura pastosa como el tacrolimus (Protopic). Otras, como el clobetasol, pueden causar dependencia y efectos secundarios importantes como atrofia.
Para ser realmente útiles en el control del vitiligo, las cremas deben tener una fórmula que reduzca el peróxido de hidrógeno, limite el estrés oxidativo y favorezca la regeneración celular.
Es aquí donde nacen las fórmulas magistrales como Newvit y Helper. Son absorbidas con facilidad, no dejan residuos grasos, y sus ingredientes se respaldan mutuamente, evitando efectos adversos.
Sin embargo, incluso estas tienen limitaciones: su estabilidad óptima es de 30 días cerradas, y su efectividad decae tras 45 días, por lo que deben ser usadas frescas y por encargo.
Además, nunca se deben aplicar sobre más de cinco palmas de la mano al mismo tiempo: grandes áreas pueden ser perjudiciales si no se indica de forma personalizada.
Las cremas no se acumulan, no se improvisan, no son iguales para todos. Son una parte del protocolo, no el tratamiento completo.